Mi primera vez.
Ropa
sobria con sabinas, mejor ropa corta que acorten las miradas, quizás ropa
cómoda.
Sentada
en el autobús, los autores indiscretos me hicieron sentir incómoda, demasiado
perfume, mis labios sabios provocarán al predicador sentado a mi lado.
Por
fin mi parada, que paradoja, yo sola en un día soleado, asolado el conductor me
deseo suerte.
La
puerta estaba abierta, cubierta por mi timidez, me presenté.
Espere
por favor. En esa espera, un llanto se aproximaba, sin dolor, repetía, no
repetiré.
Por
unos segundos dudé, la puerta seguía abierta, será una niña mimada, animada me
quedé.
La
esperan, la habitación está limpia, las sabanas manchadas de sangre fueron
cambiadas.
Miedos,
intrigas intimas atravesaron la puerta, con gran elegancia me saludó, lo
saludé, me invito a tomar una copa sin copla, bajó la luz, su voz me enamoró,
comenzó a quitarme la ropa, sus manos parecidas a una tropa de soldados
secuestraron mi voluntad.
¿Prefieres
de pié o tendida? Es la misma cama de la llorona y de otras muchas más.
Mejor
tendida, es mi primera vez, relájate, sentí algo húmedo y frio como penetraba,
sin dolor, tan despacio que pude gozar aquel momento de intimidad con todas mis
fuerzas, mis manos fundidas con las suyas me hicieron sentirme tan segura que
el tiempo paró y repartió momentos gloriosos.
Hemos
terminado, ¿quiere limpiarse?
En
absoluto, me llevaré su olor y su sudor impregnado en cada rincón de mi cuerpo.
¿Cuánto
le debo?, pregunte con medo a su respuesta, pídame lo que quiera ¡pirata de
ojos azules.
Pasé
por el mostrador de aquella señorita que daba citas y más citas, cogí una
tarjetita que decía” don fulano, sin dolor, lo haré con mucho amor”.
Mañana
la esperamos a la misma hora, le quedan varias inyecciones, me recordó la
señorita del mostrador.
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