Tanta Soledad

 


Tanta soledad, ese inmenso cielo y mis pensamientos.

Soledad no es tristeza, sólo es un tiempo de reflexión.  Ordenar tu vida, saborear la traición sin prisas ni traumas.

Mentir es callar tu realidad, no tener un refugio donde poder esconder tus miedos.

A quien le hago daño, al tiempo, viajero incansable que promete volver para mirar a mis ojos, para gritar por mí, para llorar en silencio.

El infierno me abraza, el invierno me da miedo, la niebla será mi tesoro y la lluvia limpiará mi rostro.

Soy un pájaro verde, diferente, pero tengo alas y vuelo.

La vida a veces nos confunde con el deseo y la felicidad.

Amar es ceder el timón de tu vida, alejarte de la realidad y dejarte morir por una simple caricia, por un beso, por un momento donde el tiempo cede las horas a tu voluntad que no es capaz de expresar lo que siente en un día lluvioso.

El tren ha partido, mis ojos se llenan de lágrimas tan crueles que me hacen recordar que mi cobardía me hace callar para no herir un corazón que no me pertenece.

Quisiera volver a nacer para vender mi alma al pianista ciego que componen melodías de amor acariciando con sus manos tu piel.

Llorar o reír, no sé qué hacer, bailar o sólo ser un espectador que aplauda al final de la obra.

Las luces se apagan, todo queda en silencio. El escenario volvió a su soledad y tan especial fueron esos minutos que nadie quiso aplaudir para no romper la magia de un final dónde faltaron las risas de los niños y los llantos de los viejos.

Camino en silencio por la orilla del mar, espero paciente el morir de las olas que mojan mis pies descalzos. La brisa acariciaba mi rostro antes de volver a soñar.

Sueños hechos realidad.

Nos amábamos, nuestros cuerpos dudosos se rindieron al deseo, nos fundimos en un eterno abrazo.

Porque huyó por una carretera solitaria, sin árboles, ni pájaros, ni flores, sólo mis miedos y mis ganas de vivir.

La vida es a veces un paseo largo por un camino con un final inesperado.

Somos frágiles, pero queremos ser fuertes frente a los ojos del público que nos observa.

Caminamos despacio sin mirar hacia atrás, todo queda olvidado para poder seguir soñando con una realidad fuera de nuestro mundo.

La lluvia permanece mojada y fría en los tejados, en las flores, en los árboles.  Está sola pero no está triste.

Es fuerte y terminará en el mar, acariciando las olas y amando su único deseo, su libertad.

Bajo a la acera y mis pies sienten el frío de la carretera.

Una carretera negra, tan infinita cómo lejana, tan oscura como triste, tan solitaria que grita en mitad de la nada y no encuentra respuesta.

Buscamos pañuelos de colores y descubrimos nuevos amaneceres, sin duda mi cabeza da vueltas.

Libero mi voz, mi voluntad quiere ser libre, mis pasos me llevan hasta tus labios que sonríen cansados de esperar el final de esta dulce melodía.

Música y risas, sería un final feliz para un día lluvioso.

Amanecer desnudo abrazado a tu cuerpo, amanecer lleno de besos y de recuerdos.

Y me pregunto que sería del perro olvidado en aquella estación de tren, en aquél día gris y lluvioso dónde las preguntas viajan sin respuesta y los sueños esperan pacientes el despertar de las flores.

Tú y yo algún día podremos estar juntos,

tal vez en otro mundo,

tal vez en otro lugar,

tal vez nunca.


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