El Niño
El niño bueno era tan bueno que guardó sus lágrimas detrás de su espejo, donde cada mañana se miraba y la mayoría de las veces no se reconocía, el tiempo fue tan cruel que le entregó todas las horas de su vida envueltas en caricias que no lograron atravesar su piel. Su cuna creció rodeada de soledad, tan amiga del olvido que sus pequeños piececillos caminaron descalzos, sin hacer ruido para no despertar a la luna. El niño bueno era tan bueno que no recordaba donde guardaba sus juguetes. Sus muñecos cantaban dentro de aquel estrecho baúl, inquietos por la espera, soñaban con verdes prados donde la hierba crecería sin cadenas y su mirada no volvería a pedir perdón. El niño bueno era tan bueno que no quiso decir nada ante el juez, sus frases sin sentido confundieron al que estudio durante años. No puedo juzgar sin conocer y menos sin comprender ese vacío lleno de dudas, esos miedos invitados a su mesa. El niño bueno era tan bueno que no tuvo mecedora que durmiera sus sueños, pensativo se ...