Qué difícil es callar

 


Qué difícil es callar, todo lo que llevas dentro de tu alma prisionera de cada momento vivido a escondidas del que dirán.

Me siento naufrago de mis propias decisiones y capitán ausente de un barco sin timón, cuyo destino está en manos del sentido común y de cuantos quieran comprar un cachito de mi tiempo expuesto en un lugar llamado perdón.

No consigo salir de esta cárcel que me tiene prisionero, sin saber cuándo podre andar sin ataduras y empezar un baile de verdades ocultas en cada mirada de quien se convierte en tu cómplice más cercano y amigo infinito de largas tardes otoñales, donde cada día intentas hablar  con el sol sin esperar respuesta alguna.

Déjame llorar lagrimas sin sentido envueltas con motivos hundidos en un mar de mensajes que viajan en botellas a través de mares y ríos.

No quiero volver mi mirada al pasado doloroso, al no saber qué hacer con el tiempo que me quedó por vivir en un mundo creado y tan olvidado para quien la vida no tiene cadenas pero si tiene miles de ataduras a tu realidad llena de obstáculos difíciles de superar.

Lancemos miles de globos y busquemos caminos de despedidas para todo aquello  que me impide respirar en libertad.

Tendamos nuestros miedos y limpiemos el mundo de todo aquello que nos impide ser FELICES.

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