La ceremonia
Llegué a la iglesia de la mano de mi
padrino, mi vecino Sebastián. Mi vestido tan blanco qué unas palomitas me
regalaron desdé el cielo una lluvia de colores y olores.
Mi velo quedó decorado, ahora todo lo
veo nublado.
A lo lejos se aproximaba el coche de mi
principito, debe de haber un error, la novia llegó antes que el novio, qué
locura y los pies me están llamando, presos en un número que no es el suyo, son
los zapatos de mi prima Rebeca que se quedó soltera.
Qué bonita la madrina, va espectacular,
para mi gusto un poco recargada, una pamela que parece una palmera.
Estamos en el interior de la iglesia, el
cura de negro, el novio también y yo de blanco como el techo de mi habitación.
Que ceremonia con más parsimonia, que
bonita quedó, todos felices y los feligreses aplaudían el final de un cuento de
andas.
Vamos a celebrarlo, con vino y zumo de
naranja, zumo para mi primo y vino para mi vecino.
Estoy agotada, mi prima Bárbara se quedó
dormida, mi padrino perdido, mi suegra con zapatillas, mi sobrina deprimida, mi
abuela haciendo croquetas y mi marido me llevó al cielo y luego se quedó
dormido.
Ya todo terminó, el torero se quitó su
traje de luces. Mi vestido blanco lavado, planchado y guardado. Todo recogido y
yo con hipo cuándo me llegó la primera letra de mi hipoteca.
Nos vamos de viaje de novios, de viaje
de bobos, de viaje para viajar, quizás otro día más, lo contare.
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