No se lo que hacer
No sé qué hacer, si ordenar los armarios o mejor
salir a la calle y gritar tu nombre.
El café se enfría mientras decido que corbata me
pondré hoy, pero pensándolo mejor, yo no tengo corbatas, unos vaqueros, unas
zapatillas de rebajas y poco más. Desayuno rápido, el café como siempre frío y
mi tostada con aceite no la perdono, cada mañana mis labios saborean ese
saborcillo que despierta mis sentidos.
Espero el autobús, a mi lado, una mujer mayor, la
cortesía y la elegancia en el lenguaje, yo diría vieja, vestida de negro,
arrugada y con una mirada pérdida en el tiempo.
Pienso en mi armario, no está desordenado, las
camisas bien planchadas, los pantalones en sus perchas, bien, todo perfecto.
La mujer vieja ya no está, le quise preguntar, pero
tenías otras cosas en que pensar, en mis corbatas por ejemplo.
Voy por la calle, pasamos sin saludar, sin regalar
sonrisas, las cosas no están para regalar, apenas llegamos a fin de mes y este
mes premio, el coche al mecánico.
Me tomaré algo, ya es la hora, entro a la cafetería
y en la puerta alguien me pide dinero, imposible, que le pida al que tiene más
que yo, mejor oídos sordos, me haré el despistado.
Sigo pensando en mis corbatas, en lo absurdo,
seguiré pasando de casi todo, y la vieja, que será de ella, mejor me teñiré mis
canas y compraré un décimo de lotería.
No está mal para ir calentando motores
ResponderEliminar