Un café

Un café, con un poco de azúcar, aviva el fuego.
Un juego ciego te llevará al cielo y sin hielo enfrían tus besos.
Rezos de un texto que a trozos caben como toros en un callejón sin salida. Cálida, tu voz llama al califa que preocupado siente y asiente sediento de amor, buscándose cada noche entre sábanas, manzanas y bananas que alegren su califato, no es celibato, sólo un descanso para pensar y repasar cuantos abrazos fueron como cabezazos cabreados y castigados a no volver más.
Varios vendedores perdedores fueron profesores del desorden, desbordados por los bordados robados, aprobaron sin esfuerzo, no necesitaron refuerzo, ni clases particulares, tenemos la llave, una llave que abre sentimientos, un refugio para tus días tristes, un puesto que no paga impuestos, un apuesto cobrador sin cinturón, te llenará de caricias sin críticas tu bolsa de la compra
Un vino frío acompañará tus desayunos, tostadas con miel y una poquita de sal, cambiarán tu destino, distinto y festivo, muy digestivo y un doctor preocupado por tu salud te saluda a la salida, apenas sin saliva te salpica un adiós.
Un café con un terrón de azúcar, un poco de mantequilla, un beso que pesa como el yeso, una mantilla bebiendo manzanilla, un perro en pandilla, que pesadilla, me duermo, mañana será otro día.

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