Oscura

Oscura, sin sombras, en  penumbra, mi alma inquieta, no olvida, no puede olvidar tu nombre.

Serás mi niña, mi aurora, mi ángel que guarda mis secretos.

Luces que se disfrazan de luna, de cielo azul estrellado, de miles de estrellas, de madrugadas solitarias, de olas en un mar de ilusiones.

Horas, que se pintan sus últimos minutos con una sonrisa, risas sin prisas, rosas todas rojas y tal vez un adiós que llora por las estrechas calles de las mentiras nocturnas, no sentidas.

Te miro y no hablo, te sigo mirando y me vuelvo loco, soy tu guardián, tu caballero, tu mendigo, soy tan pobre que me vuelvo rico con un único beso y pienso, me olvido del llanto y me planto delante de tu cama y sueño, me duermo, después otro beso, lo guardo, lo escondo, lo mimo y le canto.

Cuanto tiempo te quedas en mi rostro, sin dudarlo, todo el tiempo necesario, antes que el viento me lo robe y probé guardarlo en mi corazón, sin razón, fue rechazado y reclamado cada amanecer que lo llamabas con el miedo del perro sin amo.

Respiro para no morir, moriré si no me miras, tu mirada será mi morada, llamo a tu puerta, está cerrada, sigo llamando sin respuesta y mis lágrimas no limpian un pasado tan pausado que se pasea en tu presente.

Mi última carta llegó a tu mesa, oscura, llena de sombras, tú serás mi niña del alma, yo tu caballero.